El momento de
planificar las vacaciones suele ser estresante. Casi siempre coincide
con los últimos meses del año, en los que todo está a punto de
desmadrarse, y se cree que imaginar el momento de relax venidero es el
mejor trailer de la panacea. “Todos los años lo mismo”, “quiero
cambiar de aire”, “necesitamos tiempo para ir a todos los museos” y “yo
quiero tirarme panza arriba y admirar las palmeras” son algunas de las
frases más incisivas a la hora de intercambiar opiniones para llegar a
un acuerdo vacacional. Una de las opciones que más sale (como
consecuencia inevitable de la disputa) es “mejor hagamos algo diferente”
aunque raramente se asocie lo distinto a lo que está de moda.
Cuando las búsquedas
arrojan que existe una alta tendencia mundial a elegir lugares no
convencionales, exóticos y poco explorados, y la idea de visitar las
islas vírgenes del Pacífico empieza a imponerse, aparece el dark tourism con
todas sus variantes. Cárceles, campos de batalla, cementerios,
escenarios de genocidios y sitios abandonados o de desastres (naturales o
producidos por el hombre) son tendencia. Lo que sigue son algunas
opciones de turismo nuclear, la rama que más ha crecido en los últimos
años. Seguir leyendo >
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