Cuando
decimos la palabra topo, la primera imagen que viene a la cabeza es la
de un animal relativamente pequeño que hace túneles. Por insistencia de
los dibujos animados tiene también dos dientes blancos muy grandes
asomados por encima del labio inferior y usa anteojos por estar casi
ciego. En las últimas décadas, la misma palabra pero usada como apodo
para humanos dio lugar a otras imágenes, como la del detective o la del
informante refugiado. Cualquiera sea el caso, el estereotipo del topo
incluye un ambiente oscuro y húmedo, el escaso (o nulo) contacto con el
mundo exterior y por ende el encierro.
La obra El Topo
fue escrita por el autor y director Luis Cano mediante una beca
otorgada por el Fondo Nacional de las Artes en el año 2000. Detalla los
pormenores de la vida en y por el teatro ytiene todos los clichés
necesarios a la hora de contar la vida de alguien que vivió sin salir de
uno.Comparte algunas de las características mencionadas anteriormente y
agrega otras que bien podrían engrosar el imaginario popular topero. Un
hombre que carga con una joroba al mejor estilo Quasimodo con quien
sufre en común la desgracia de haber sido “abandonado” al nacer y para
quién el teatro ha sido, es y será la vida misma. Seguir leyendo >
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